
Se miró las manos y advirtió que ya empezaban a arrugarse. Unas pequeñas manchas marrones, como las pecas de su cara, asomaban en el reverso, y las uñas de los dos dedos de la mano derecha ya eran amarillo oscuro, casi castaño.
La edad no perdonaba, las canas lo delataban, los lapsos de memoria, las anécdotas de todo, los consejos, todos los recuerdos de mil días de invierno...mil días de otoño. Como dicen los poetas, el otoño llegó, pero lejos de colorear de rojo las puntas de sus hojas, lo cubría todo con un manto inmaculado, las páginas de sus últimos capítulos se habían quedado en blanco y con ellas las horas de los días, días como todos, que pasaban como meses, casi parecían años, enkadenándolo al más absoluto tedio, en una vida desesperada, vacía de las antiguas chispas, que antaño encendían sus sentidos manteniendo despierta su alma, y rejuveneciendo su cuerpo.
Ahora, sin el calor de ese cuerpo deseado, sentía el frío que cada noche le devolvía la mitad vacía de la cama.
Ahora que nadie ocupaba ese hueco en el colchón, temía que, como si de un abismo se tratara, en medio de la noche, pudiese caer al fondo y perderse para siempre sin que alguien lo echase en falta.
Y, ahora más que nunca, lamentaba la soledad, no la suya, sino la que durante tanto tiempo había separado aquellos cuerpos que yacían juntos. La melancolía y el pesar que se llevan, poco a poco, el color de unas mejillas, el brillo de unos ojos, y el aliento de su boca.
El ocaso proyecta una luz anaranjada, hay quien ve en ella un último guiño de color, y hay quien consigue ver, con los últimos destellos del día, las cosas que otros resplandores le cegaban.
3 comentários:
Creo que todos podemos recordar algunas de las sensaciones que describes. Son reales, sin duda. Y tristes.
qué bien que hayas vuelto!!!
y que ya no haya sequía!!!
Un besote muy grande. Tienes un mail mío (espero que lo ocnsideres buenas noticias).
Muchos besos raquel y suerte en los exámenes!!!
Me ha estremecido. No he podido evitar que me estrujara el corazón como si fuera un papel arrugado.
Que razón tienes. La soledad es dura. Pero mucho más duro es darse cuenta de que lo que hemos perdido ya nunca lo recuperaremos. Y siempre es tarde. Por que no hay nada que nos devuelva la alegría y compañía perdidas. Solo la melancolía de unos tiempos mejores es capaz de reconfontarnos el alma. Aunque fugazmente. La realidad es mucho más fría.
Excelente como siempre. Que no vuelva la sequía.
Un besazo!
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