sexta-feira, 5 de março de 2010

Cuando la sombra se alarga

(Autorretrato de Martin Chambi)

Caminando y mirando al frente, a veces es difícil darse cuenta de la distancia recorrida, de los pasos que han quedado atrás y que solo nuestros pies recuerdan, pero que sin duda nos han llevado a donde nos encontramos. El camino puede haber sido tan penoso que no podamos ni girarnos a recordarlo, a veces las heridas en la planta del pie dejan unas profundas cicatrices que tardan tanto en curar que uno llega a acostumbrarse al dolor y no advierte cuando desaparece, o simplemente no curan nuca por el roce y el dolor se queda en nuestros zapatos para continuar en el paseo acompañándonos para siempre. En algunos casos excepcionales, el paisaje compensa lo difícil de la travesía, y recrea nuestros sentidos con asombrosos milagros naturales que despiertan tiernos instintos y dulces sensaciones, dejando que el alma respire y descanse el peso que tal vez soporta a la espalda cual pesada mochila llena de momentos de cada viaje, y cuando se alivia la carga y tal vez el aire refresca, la cabeza baja la vista y mirando las huellas en el camino, tal vez dejadas en el barro o en la nieve, tal vez en ese momento uno descubre lo larga que es la sombra que se proyecta cuando el sol se pone a la espalda, una sombra infinita.

2 comentários:

Marisa disse...

Me ha gustado tu reflexión, Rakel. Siempre hay que disfrutar de ese camino hacia Ítaca. Ahí reside el secreto. Coincido contigo en muchas cosas de este relato.
Un placer el haber descubierto azarosamente tu blog.
Un saludo.

Anônimo disse...

lo unico que puedo decirte es que me encanta tu blog