sexta-feira, 7 de março de 2008

UNOS ZAPATOS ROJOS


Unos zapatos rojos se alejaban con pasos cortos y apresurados por la acera más ancha de la avenida. Unos sencillos mocasines, con una suela flexible, parecían incluso confortables, iban golpeando el suelo con un ritmo trepidante. Mientras esperaba el autobús, un poco aburrida, llamaron mi atención al pasarme por delante, y no pude apartar la vista de ellos hasta que se alejaron lo suficiente como para perderse entre los demás zapatos que se entremezclaban por la calle en un día de lluvia, en que todos caminan con más velocidad. Eran las 7 de la tarde, y supuse que tal vez eran los zapatos de un hombre que iba de compras y aceleraba el paso preso de la urgencia, puesto que en una hora escasamente cerrarían los comercios. Al pasar me fijé que eran un número un tanto pequeño, tal vez de un tipo de un metro setenta, que como daba pasitos cortos es posible que temiese salpicarse de agua los pies. A veces la lluvia altera hasta la forma de caminar de la gente.
Al cabo de unos minutos llegó el autobús que esperaba, y no volví a pensar en esos zapatos. En 40 minutos llegué a mi parada, me levanté y toqué la campanilla, y cuando el vehículo se detuvo bajé con desgana los dos escalones que me devolvían a la intemperie lluviosa. No acostumbro a llevar paraguas, porque siempre que sopla un poco de viento terminan por romperse, así que me abrigo con una profunda capucha y agacho la cabeza, fijo la vista en el suelo y acelero el paso.
Y en un instante, me detengo, solo esperando que el semáforo me permita cruzar la calle, veo pasar los zapatos rojos delante de mi. Se detienen en el borde de la acera, como con una prisa impaciente, esperando que el hueco entre dos vehículos les permita colarse a través del tráfico y cruzar corriendo los cuatro carriles de la vía. En mi calle ese tipo de conductas son siempre muy peligrosas. Los zapatos rojos han llegado al mismo lugar que yo, al mismo tiempo y pretenden seguir corriendo, poniéndose en peligro incluso, y seguro que por un motivo mucho más serio que el cierre de una tienda. Entonces supuse que tal vez alguien estaba persiguiendo a aquel hombre por toda la ciudad, obligándole a huir entre las aglomeraciones de tráfico, o a colarse en el metro, poniendo en peligro su vida mientras escapa de un destino mucho más cruel.
Ese tipo de cosas me pasaron por la cabeza, mientras veía de nuevo, como se perdían entre la lejana lluvia los mocasines rojos. Y en seguida llegué a mi casa, la puerta de mi portal está prácticamente al otro lado de la calle, en frente de la parada del bus. Tuve que esperar al ascensor, mientras me sacudía la lluvia del abrigo y la capucha, estiraba mi coleta y seguía pensando en los mismos zapatos. Entré en mi casa con la idea de contarle mi teoría a mi madre, que siempre se reía de cosas así, cuando vi los zapatos rojos sobre la alfombra de la entrada. Allí estaban, chorreando, con los cordoncillos desatados despreocupadamente, colocados bajo el radiador del recibidor sobre unos periódicos que solíamos poner precisamente para ese menester, con la intención de no mojar nada mientras se secaban. No podía dar crédito, ese hombre entró en mi casa y dejó precisamente allí los zapatos. Se me heló la sangre, pensé que tal vez me había seguido, pero ¿a mi? ¿Por qué? De ninguna manera tenía sentido, me embargaba el desconcierto. Entonces escuché a mis padres hablando en la cocina, y me sentí del todo paranoica cuando oí como mi madre le decía a mi padre lo estúpido que era estrenar unos mocasines en un día de lluvia, por muy náuticos que fuesen, y encima salir sin paraguas. Tengo que darle la razón a mi madre, debería usar paraguas.

6 comentários:

Jove Kovic disse...

A veces, papá tiene golpes escondidos. La modernidad y el desconcierto, nos acechan a la vuelta de cualquier esquina.

magofez disse...

Y si fueran negros los zapatos? Qué cambiaría? Pues todo, obvio. El color es fundamental por supuesto.

Gracias por el enlace Rakel!

::mer:: disse...

bienvenida!!!!
cuanto tiempo silvestre casi ni te conejo!!!!
un beso mu grande hermosa.

Jove Kovic disse...

Pasaba a dejarte un beijinho.

magofez disse...

Cómo era tu correo ????

magofez disse...

Eso ha sido ... genial! plas plas plas