quarta-feira, 12 de setembro de 2007

POR PARTES (I)



Siento la necesidad de memorizar mi cuerpo. Me he dado cuenta de que cada día que pasa, olvido algunas cosas, me miro menos al espejo, y estoy olvidándome. Me he parado a pensar y he decidido comenzar por los cimientos. Me descalzo, estiro las piernas, miro hacia abajo, me miro los pies, y me doy cuenta de que siguen tal y como los recordaba. Con diez dedos, cada uno con su uña correspondiente, en el derecho tengo una mancha, de nacimiento, y en el izquierdo un lunar.
Me gustan los pies, me gusta mirarlos allá donde voy, me gusta el verano, porque la gente los desnuda, los adorna, les pinta las uñas, es como si los pies cobraran vida en verano.
Y luego miro las piernas, que ascienden desde los pies, desde los tobillos huesudos hacia arriba, sin darse importancia, mis pobres piernas y sus incontables heridas, las huellas de una vida agitada, cada cicatriz tiene una historia, ya no las recuerdo todas, puede que ni la mitad, pero las tienen. A veces despierto las caídas infantiles, los arbustos del campo, la bicicleta, las motos, las carreras por los caminos, los deportes, es como mirar un montón de fotografías y evocar etapas dormidas. No quiero olvidar como han ido surgiendo en mi piel esas pequeñas marcas, como los trazos de un boceto, son mías y por eso las veo mejor.
(fotografía de Petra Oldengarm)

7 comentários:

Jove Kovic disse...

Hoy me apetecía empezar por aquí, y aquí estoy. Espero que no lo tomes como una licencia excesiva, por mi parte. Vengo porque me gusta leerte y sorprenderme.
Me gusta que el tiempo señale el cuerpo, y he pensado en ello muchas veces.
Los pies tienen un raro encanto, a mí me gustan los de otros. Yo también tengo diez dedos, pero, en cambio, sólo nueve uñas por obra y gracia, de un cirujano expeditivo.
De las piernas me quedaría también con las tuyas, sin dudarlo: son bonitas, son tuyas y las vidas con cicatrices son más interesantes, aunque no pocas veces más difíciles. Incluso dolorosas.
Ahora me toca decirte otra vez que me gusta mucho como escribes, y lo hago, aún a riesgo de parecer un ajo. Petons, Rakel ****!

PD:Antes no tenias verificación, verdad?

Anônimo disse...

Has empezado un bonito paseo y quizá te apetezca contarnos esas historias que se esconden detrás de las marcas.

Un saludo

rakel disse...

lamento lo del verificador, no se como fue, pero esta arreglado(espero, mis nociones de informática son totalmente empíricas)
gracias por pasarte, me encanta verte por aqui, jove, asi que como en tu casa. lo de la uña perdida, lo siento, espero que la despidieras como merecía.
por cierto, me encanta el ajo, no pares, jajajajaja. ;)) *****!

muy bien, su, tu lo has querido, voy a contaros la historia de mis cicatrices (puede que no sea hoy, ni mañana, pero seguro que las cuento) gracias por volver. ;)

besisismos para los dos!!!

Jove Kovic disse...

Por supuesto, tuvo su pequeño funeral con música de jazz y buen bourbon de Tennesse.
Volveré, y no sólo en calidad de ajo...jajajaja!!
Besos, Rakel.

Javier Menéndez Llamazares disse...

Oye, eso de olvidar el cuerpo, ¿cómo se hace?
Porque yo no hago más que intentar olvidar el tremendo abdomen (también llamado "barrigón") que se me está poniendo, y no hay manera: sólo me olvido de él a la hora de comer.

Un besote, Rakel.

Iván disse...

Mmmm... ¿Un relato por partes empezando por los pies? ¿Continuando por las piernas? ;P
Bromas aparte me ha gustado mucho empezar con este trozo. Pero deja con ganas de más. Espero que no tardes en continuarla.
No sé si te lo he dicho pero me encanta tu manera de recrear los personajes. Esos guiños a su personalidad, sus descripciones metódicas y sugerentes. Casi puedo visualizarlos. Sean reales o ficticios ambos son igual de creíbles.
Ah! Quizá algún día te robe al enterrador. Si me dejas claro. Me encantó.
Un beso!

Jove Kovic disse...

Hemos cambiado la foto,y eso no es nada malo, salvo que quién esté al otro extremo, tenga claustrofobia.