PARTES (II)

Las manos, que no siempre han parecido la herramienta perfecta, el amarre a las cuerdas, el puño cerrado, el contacto con la piel amada, la palmada en el hombro amigo, creadoras y destructoras de todo mi mundo, hoy son el objeto de mis divagaciones.
Con mis manos, de piel dura y uñas cortas, he conseguido todo aquello que se han propuesto, me han dado trabajo, han escrito mis desvaríos, me han mantenido en contacto con maravillas indescriptibles y han sostenido mis mayores vicios.
Estas manos mías, de las que renegué mucho tiempo atrás, por grandes, por poco femeninas, ahora se me antojan maravillosas, valiosas, ya no son un objeto de vanidad sino el producto de la evolución, que como yo, han madurado y me devuelven una imagen diferente de lo que en realidad representan en una vida, en mi cuerpo, que a ratos aborrezco y a ratos reconozco en su esplendor.
Ahora, mirando esas extremidades, con sus diez prolongaciones, sigo memorizando los pedazos de cuerpo, empezando por mis predilecciones, siguiendo los trazados del tiempo, que deja huella hasta en las uñas. Una de las pequeñas, en mi mano izquierda, sufrió un accidente en su más tierna juventud que le costó su forma original. Después de aquel encuentro con una silla de jardín en pleno cierre, esa uña, y su correspondiente segmento de dedo, se redujeron, quedando arrugados y mermados con respecto al punto simétrico del lado derecho. Soy una persona asimétrica, todo el mundo lo es en mayor o menor grado, pero yo me parezco esencialmente asimétrica, irregular, y no solo por mis dedos meñiques, ni siquiera por mis marcas corporales, únicas y exclusivamente unilaterales, afortunadamente. La independencia de mis dos manos, la asincronía a la que se mueven, lo que hacen por separado y en secreto, es lo que me orienta en esa idea. No tiene importancia, porque resultan muy eficientes, cada una en lo suyo, una más diestra, hábil y creativa, la otra fuerte, sustentadora del peso de la responsabilidad, que en numerosas ocasiones me ha salvado la vida. Así que resultan la combinación perfecta en un transcurrir de días emocionantes y productivos, o aliadas en los de vicio y abandono al descanso y disipación.
Quizás no sean la parte más linda de una persona, pero es algo en lo que me fijo, atraen mi atención al mirar de cerca a las personas, son importantes centros de expresión, reveladoras de todo tipo de secretos, debilidades, son vanidosas o descuidadas como sus portadores, y llegan a evidenciar las ocupaciones de estos.
Las manos son otra maravillosa parte de un cuerpo, incluso del mío.