quarta-feira, 18 de julho de 2007

mutación


Efectivamente, aquello que asomaba de mi comisura labial, era algo extraño. Nunca había sentido aquel cosquilleo, otras veces había sufrido el afloramiento de las llamadas “calenturas”, pero no se podía comparar. Desde la erupción de esta nueva lesión, una sonrisa se dibujaba en mi rostro de cuando en cuando, totalmente ajena a mi voluntad. Sentía unas cosquillas que iban estirando mi cara hasta la risa sardónica. Pero eso no me habría preocupado demasiado, de haberse detenido en ese punto, porque a nadie le sienta mal reírse de vez en cuando, aunque sea forzadamente. No, no quedó ahí la cosa, la masa inocua que apareció un día por la mañana, y que había doblado su tamaño a la noche siguiente, ahora intentaba conquistar mi frente. No entendía como podía avanzar a semejante velocidad, pero lo peor, lo más insólito, es que no me importaba. Supongo que es posible que tocase mis fibras, es decir, que al igual que manipulaba mis gestos, riéndose de mi, ahora hiciese lo mismo con la parte de mi que se preocupaba por las cosas. ¿Motivo más para no dejar de sonreír? Seguramente.
Llegué a la conclusión de que me invadía el espíritu de la felicidad, pero no tenía el aspecto que cabría esperar, de hecho no esperaba que tuviese ningún aspecto concreto, pensaba que sería como el aire, lo sientes pero no lo ves. Esto era bien distinto.
En un momento dado, que noté un calambre en la frente, me acerqué a un espejo, me miré, me horroricé. ¿En qué me estaba convirtiendo? Una sombra monstruosa se proyectaba a mi paso por el pasillo, se alargaba por el suelo, reptaba frente a mí y paso a paso iba escapando a mi asombro, perdía mi atención. No podía concentrarme en esa grotesca figura que se trasformaba por momentos, sin ninguna reacción por mi parte.
Simplemente me limité a seguir mi rutina de día e descanso, es decir, no hacer nada de nada. Pero no cesaba la horrible sensación de volumen, de increíble deformidad, que sentía sobre mi cabeza.
Una llamada a la puerta, inesperadamente, pareció despertarme de un trance. Estaba en la entrada, pensando que podría decir al abrir la puerta, con el aspecto que debía tener, cómo podría nadie explicarse aquello. Cómo iba yo a explicarlo, si no era capaz de articular palabra con mi boceto de boca, aquel borrón que se desdibujaba en algo que había sido una cara. No me importó, al final, aceptando lo que tuviese que ocurrir, con una frialdad que no me sospechaba, seguramente fruto de mi transformación, abrí la puerta.
Era mi hermana, yo había olvidado que ella vendría a comer y luego iríamos al dentista. Me ha dado pánico hacer esas visitas desde niña, no soporto ni el olor de la consulta. Al verme así supuse que gritaría horrorizada, presa del pánico, desconcertada por mi desdicha, y tal vez huiría escaleras abajo, o se desmayaría. Yo esperaba cualquier cosa excepto lo que pasó. No daba crédito. Mi propia hermana, aquella que había compartido conmigo los mejores y los peores momentos de mi vida, frente a un suceso tan desgraciado como el que me acontecía, no se había inmutado. Entró casi empujándome, con apuro, porque según me pareció entender, con aquella maraña deforme apenas oia con claridad, tenía que hacer pis con urgencia. Cualquiera habría siquiera comentado algo acerca de lo ocurrido, pero no había ni parpadeado. Entonces pensé que tal vez la apatía que me sobrevino a mi podría ser contagiosa, y eso haber aplacado la reacción de mi hermana.
Fui corriendo al baño, casi sorprendiéndola a medio vestir, y le increpé un poco de atención. Apurando una reacción intentaba explicarle lo sucedido, pero apenas supe que decir, ni podía. Empecé a gesticular, suponiendo que no entendería mis palabras.
Me miro, desconcertada, y simplemente se rió. Eso no era lo que esperaba de mi propia hermana, de sangre de mi sangre, carne de mi carne. Que desamparada estaba si ante una desgracia asi no podía contar con nadie, me desbordaba un sentimiento diferente, ahora sentía pena, rabia, lástima de mi insignificancia.

Y entonces ella, poniendo sus manos en mis mejillas, mirándome con los ojos que solía poner mi madre, y en un tono muy solemne, me obligó a callar, giró mi cara al espejo, y sonrió. Increíblemente no había nada extraño, nada fuera de lo común, nada de lo que había visto unas horas antes. No encontraba explicación, ¿estaba delirando?, ¿las dos delirábamos?, quizá, pero no tuve tiempo ni de pensarlo y ya me había sacado de casa y nos encaminamos a nuestra postrera cita.Odio ir al dentista.

6 comentários:

Anônimo disse...

El olor ¿verdad? Es inconfundible, yo, como bien sabes, también lo odio ...

Ya sé porque se me hace tan fácil leerte, es como si mi mirada fuese cuesta abajo ganando velocidad cuanto más avanzo en la lectura. Solo me pasa esto con Amelie Nothomb, por supuesto, te la recomiendo, si no lo he hecho ya. Puedes empezar por "Metafísica de los tubos" que es el que le recomiendo a todo el mundo como iniciación a esta genial escritora, a ti también te recomiendo, que lo sepas ...

Gran post Rakel, en serio, ehorabuena por enésima vez!

Bicos!

(Cómo se pronunica Beijos, no pienso escribirtelo mientras no lo sepa, por eso no lo hago)

Anônimo disse...

Aunque lo he hecho en el parentesito, pero no sirve, era pa explicarme. Bueno, ya me entiendes, ¿no?

Anônimo disse...

gracias, por los beijos (=BEIXOS, que diriais os gallegos, creo) o los bicos, a mi me saben igual. jajajaja
mira que ers majo!!!

me apunto el libro, a ver si lo consigo en españa, que ando cansada de leer en português.
beijinhos!

Iván disse...

Hola Rakel!
Estupendo relato. Muy bien narrado. Soy capaz de sentir la congoja del personaje en mis propias carnes. Se palpa su locura y desesperación por cada rincón de la historia. Aunque me gustaría hacer una crítica (ahora es cuando puedes tirarme las piedras). Echo de menos un nexo de unión entre el dramatismo del personaje y el desenlace del relato. Algún guiño por parte de la hermana que incite al lector a atar la trama. Me deja auna sensación de vacío al no saber claramente que es lo que le ocurre, ya que casi toso el contenido versa sobre sus sensaciones.
Excelente utilización de la prosa. Incita a seguir leyendo.
Un saludo!
(Espero que no me odies) ;D

Anônimo disse...

ola ivan!
cmo voy a odiarte, si eres encantador! gracias por tu opinión. la verdad es que si que es un final un tanto abrupto, tomo nota de la crítica, mi intención era reflejar la paranoia interior, basada en un pánico irracional, sin explicaciones, pero si no lo has entendido supongo que no lo hice bien.
besos!

Iván disse...

Ey! Qu no he dicho que no lo hicieras bien. Solo que el final es algo abrupto, como tú misma comentas. Se nota claramente que es una paranoia... Una locura visible solo a sus ojos. Pero si echo de menos algo de interacción entre dicha locura y su hermana.
Si fuera jurado del príncipe de Asturias te nominaba. Aunque es poco más que imposible. :D
Un saludo!