quinta-feira, 11 de setembro de 2008

Resaca

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Creo que es hora de pensar en mi vida, replantearla. Y lo digo mientras me miro en el espejo del baño, porque creo que no se puede llegar más abajo.
Me he levantado con nauseas, unas ganas horribles de sacarme algo parecido a un calcetín que sentía en la boca, puede que incluso estuviese aún ahí, tal y como me sabía, entre a sudor y a mierda. Además del dolor de estómago, un agudo pinchazo atraviesa mis sienes haciendo que parezca que me han dado un tiro y el trayecto de la bala quema.
No es una resaca, no es que me haya bebido todo lo que cayó en mi mano ayer, es la peor resaca que he tenido, y no recuerdo ni cuando he llegado a casa. No recuerdo nada, después de la primera copa he perdido la perspectiva y todo lo demás está a oscuras.
Hay un tío en mi cama, que por supuesto no había visto antes, pero eso no me sorprende demasiado. Supongo que es como otras veces. Seguramente me recogió del suelo de algún sitio, tal vez me subió a un taxi, tal vez le pedí que se viniera conmigo y seguramente sea un asco de tipo, como todos los demás. Y a juzgar por el dolor que tengo al mear, él no iba tan borracho como yo. ¡Maldita sea! Espero que usase condón, porque a estas alturas solo me faltaba volver a coger alguna mierda más. Y lo peor va a ser esperar a que se largue, porque no tengo ganas de hablar con nadie, con una basura así menos, y tampoco puedo despertarlo a patadas, que es lo que me apetece, no quiero que me parta la cara como el macarra ese de los tatuajes. Casi me parte el alma y encima se llevó mi cartera. A estas alturas me saldría más rentable cobrar por los servicios prestados, o por dejar que hagan lo que quieran conmigo. Así a lo mejor me compensaba. Tampoco sé por qué siempre se vienen a mi casa. Esto se tiene que terminar, no puedo volver así todos los días.
Se me está poniendo cara de pena. Tengo bolsas, unas horribles ojeras color marrón debajo de los ojos, como si estuviese enferma. Y se me han quitado las ganas de comer, hace días que no pruebo nada caliente, aparte del café, claro. Debería dejar el café, me tiembla el pulso, no soy capaz de mantener quieta mi mano. Es posible que comiese algo por la noche, y sea mío el vómito del suelo de mi cuarto. Pero no estoy segura ni de eso.
Ahora lo único que puedo pensar es en cómo conseguir que el tío de mi cama se largue. Tengo que ducharme, vestirme, limpiar el suelo, irme a trabajar, y no puedo hacerlo si tengo un extraño en casa. Y no me queda ni un cigarrillo. Tal vez haya algo por ahí, en su ropa o en la mía.
Necesito un pitillo, un café, una copa…una copa.

4 comentários:

magofez disse...

je je je, yo también!!!! (por lo de la copa y el cigarrillo) ...

Es que a fin de cuentas, las resacas no se olvidan, su resultado es infernal, pero sus sensaciones cuando las recuerdas, inolvidables.

besiños!

AriaDna disse...

Una resaca tremenda por lo que cuentas, pero mejor cambia la copa y el cigarro por el café bien cargadito, al tio dale puerta ya

Gracias por tu visita, un placer leerte

Un beso

Anônimo disse...

Chúpale la pilila cuando se despierte. Él se lo merece.

Anônimo disse...

en el fondo, todos nos lo merecemos