Hoy, mientras pasaba por el parque, de camino al trabajo, iba mirando no se a donde, para variar, y he tenido esa sensación otra vez. Inmediatamente me he parado, es posible que derrapase, incluso. Esa vibración en el pecho, esas cosquillas en el estómago. Había en el aire ese aroma de perfume de mujer, esa fragancia embriagadora que persiste en el aire cuando ella pasa. La he olido en mil sitios, en los pasillos de mi edificio, en mi despacho, en el suyo, en mi portal, en mi casa, en mis sábanas. Pero de aquello hace tanto tiempo, que casi se me había olvidado del efecto que me producía, siempre el mismo. Es un perfume, solo, pero se mezcla perfectamente con un dulzor propio de su piel, y deja de ser lo que parecía y es lo que consigue embrujarme. No hay nada mágico en ella, todo es muy real, es casi vulgar. Ni siquiera destaca en un primer vistazo, no llamó mi atención por su belleza, ni por la gracia con que se desliza por donde pase. No es su larga melena, ni sus ojos verdes, ni su piel brillante y tersa, no hay nada visible en este sentimiento que me atormenta. Ella no tiene cuerpo, ni cara, ni piel, ni cabellos. Ella simplemente me embriaga con su presencia.
La primera vez que la vi, hacía meses que me pasaba por delante. Nos cruzamos mil veces, pero solo un día reparé en ella, y ya nunca la deje ir. Desde ese día me perdí, me evaporé, desaparecí detrás de ella. Y cuando me acerqué, cuando me posé sobre su piel, entonces ya no volví más. Ahora le pertenezco, alienado tras su aroma, demente al verla, náufrago en su ausencia. Porque desde que se fue de mi lado no soy la misma persona, ni siquiera soy una persona, me he convertido en un reflejo, una sombra de mi, en humo.
Y ahora, que después de días, semanas, meses de vagar, como una nube, vuelvo a encontrar su estela, palidezco. En medio del terror, pensando en el encuentro, tomo conciencia del mal que he sentido. Esa soledad, la desesperación por su pérdida, el dolor por la mía, por la angustia de no sentirla, por la incertidumbre de la vuelta, por mi propia inseguridad. Me he mirado a las manos, temblaban, y he conseguido oír mis propios latidos, casi jadeaba, envolviéndome en sudor, empapándome en una congoja insoportable. Y entendiendo mi derrota, la miseria de mi pobre cobardía, mi propia insignificancia, me he dado la vuelta y he encaminado mis pasos a casa.
La primera vez que la vi, hacía meses que me pasaba por delante. Nos cruzamos mil veces, pero solo un día reparé en ella, y ya nunca la deje ir. Desde ese día me perdí, me evaporé, desaparecí detrás de ella. Y cuando me acerqué, cuando me posé sobre su piel, entonces ya no volví más. Ahora le pertenezco, alienado tras su aroma, demente al verla, náufrago en su ausencia. Porque desde que se fue de mi lado no soy la misma persona, ni siquiera soy una persona, me he convertido en un reflejo, una sombra de mi, en humo.
Y ahora, que después de días, semanas, meses de vagar, como una nube, vuelvo a encontrar su estela, palidezco. En medio del terror, pensando en el encuentro, tomo conciencia del mal que he sentido. Esa soledad, la desesperación por su pérdida, el dolor por la mía, por la angustia de no sentirla, por la incertidumbre de la vuelta, por mi propia inseguridad. Me he mirado a las manos, temblaban, y he conseguido oír mis propios latidos, casi jadeaba, envolviéndome en sudor, empapándome en una congoja insoportable. Y entendiendo mi derrota, la miseria de mi pobre cobardía, mi propia insignificancia, me he dado la vuelta y he encaminado mis pasos a casa.
4 comentários:
Uf! Que manera de escribir tia! Que fácil te haces! Es increíble! ... Te sales!!! plas plas plas
Entiendo tus razonamientos, que lo sepas!!!. En realidad, cuando te leo lo confundo con recuerdos de cosas que nunca me ocurrieron... ya sabes, las cosas que no nos ocurren pero que influyen de la misma manera que las que si. Recuerdos quizás, de otra vida que pudimos tener ...
Curiosillo!
Buen finde! Obrigado!
ola!
gracias, me alegra ler eso, porque si alguien vee lo que tengo en la cabeza es una satisfacción.
en fin, ojala nadie vea lo que me enda en la cabeza, jajaja
en fin, buen fin de semana.
bjs
Hola Rakel, yo también te entiendo perfectamente. ¿Sabes? Yo he llegado a comprarme un perfume de una ex pareja porque me afectaba demasiado cuando lo olía por la calle ... Hasta el punto de seguir a la persona que lo llevaba unos metros pretendiendo inhalar toda la esencia de ese alguien que se fue ... Teniendo ese perfume, mi pituitaria se ha acostumbrado a su olor y ya "casi" ni lo noto :D
Las esencias son como esas marcas de caballos salvajes...
Saludos!
OLa rakel!!!!!
Me gusta mucho como escribes, me gustan estas historias ajenas, pero que, a la vez, todos podemos sentirnos dueños o protagonistas de las mismas!!!
Nos vemos luego, un besote!!!
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